jueves, 21 de octubre de 2010

VOLVER A EPOTX-ETXEA

Siempre me he sentido atraído por la costa guipuzcoana y desde mi estancia forzosa en Donosti, allá por el 1995 y tras el ingreso de mi mujer en una empresa vasca, comencé a visitarla asiduamente, hasta que encontré el sitio ideal para pasar una semanita al año. He de reconocer que primeramente me enamore de Zarautz, una pequeña ciudad que vive para pasear al borde del mar, surfear y como no, disfrutar comiendo y bebiendo. Pero más tarde descubrí, que muy cerca había un pueblo, Getaria, conocido por su vino, pescados a la brasa, etc…vamos todo lo que principalmente me interesaba. Fue en este punto donde descubrí Epotx-Etxea, un caserío rural muy cercano de todo y a la vez alejado de la muchedumbre. El caserío tiene dos amplios apartamentos, muy limpios y mejor atendidos. He visitado muchos alojamientos rurales, pero el trato recibido en este, es lo que esencialmente les falta a los otros y es que Andrés y Maikar te hacen sentir desde el primer instante como si estuvieras en tu propia casa, siempre dispuestos, siempre comunicativos, siempre ellos mismos. El caso es que este año ya no iba a ir, muy a pesar de todo, debido a que los apartamentos tienen escaleras y ya no estoy para sobretodo bajarlas, además mi suegra, después de resistir un duro invierno, quería y tenia ganas de venir con nosotros, por lo que me veía doblemente obligado a buscar una alternativa adaptada o accesible, que aunque no me disgustara, sencillamente no iba a ser lo mismo. Tras una mañana intensa, colgado del teléfono y del ordenador, ya daba bueno pulpo como animal de compañía, hasta que al final y por casualidad llegaba a la publicidad de la casa que durante años ha sido mi refugio, cuando estupefacto veo que disponen de un apartamento adaptado a minusválidos? Dios, no sabía si llamar o llorar, pero en aquel momento cogí el teléfono y Maikar me dice que lo construyeron este invierno y que alguna fecha para mi familia ya habría libre. Fue en ese momento cuando lloré y es que casualmente, fui uno de los que desaconsejaron a Andrés, hace un par de años, que lo construyera, no es que crea especialmente en el azar, pero solo se que llamé a mi mujer para contárselo, con el mismo entusiasmo que si me hubiera tocado la lotería. Por fin un motivo para sonreír y soñar en todas las cosas que iba a disfrutar con mi familia. La preparación del viaje fue meticulosa y entre la revisión médica en Madrid y la logística de llevar de todo para seis personas durante una semana nos llevo su tiempo y en el coche no cambia nada más. La llegada a la casa fue una auténtica liberación, nos sorprendió el nivel de finalización de la casa, todo de madera, granito, muy amplio y precioso por el gusto que tuvieron al hacerla, supongo que se podía haber hecho una casa más sencilla y con materiales màs baratos, pero ellos son así, a lo grande y de lo bueno lo mejor. De la estancia, os contaré que lo pasamos genial, las veladas en el porche, admirando el inigualable paisaje y arreglando el mundo se prolongaron toda la semana, aprovechamos para salir a comer algún día y bañarnos en la playa, los niños se lo pasaron genial y mis suegros, que hacía mucho tiempo que no tenían la oportunidad de disfrutar de una semana de vacaciones, lo gozaron, a Clara le cambio la cara, tenía un apetito voraz y mi suegro rentabilizo la estancia a golpe de bacardi con coca-cola, como si en el mejor de los bares estuviera.Me encanto, porque cuando cargas con una enfermedad así y no flaqueas un solo día, debes estar deseando que llegue algo así para liberar un poco tu mente y solamente el cambio de cara que experimentaron lo decía todo. Capítulo aparte para mis hijos, que jugaron, comieron y sencillamente disfrutaron y sobretodo para Mónica, envuelta todos los días en una vorágine laboral y familiar que está acabando con ella, dispuso de unos días para disfrutar y estar con su familia, incluso con mama y para relajarse, aunque Ismael aproveche para no dejarla en ningún momento, hay veces que hasta tengo celos. Voy a aprovechar la ocasión para agradecer a Andrés y Maikar su hospitalidad y buen hacer, espero que pronto nos podamos ver otra vez y disfrutar de vuestra compañía y por supuesto de unas cervezas, que pongo yo y de un buen txakolí, que elabora el hermano de Andres y disfrutamos muchos al cabo del año. Hay muy poca gente emprendedora dispuesta a meterse en un proyecto orientado al colectivo de minusválidos y una casa como esta es digna de mencionar, espero que con los consejos dados y lo que os pueda ayudar sea un proyecto aparte de rentable, enriquecedor para vuestra familia, pero recordar que una semanita o dos al año tengo derecho a ella, previo pago, no vayáis a pensar mal. Os dejo alguna foto de la casa, aunque el que este interesado tiene mas información en la guia de turismo adaptado “equalitasvitae” que detalla al milímetro las características de la casa, recordaros que en Getaria y por la continua acción de un compañero en silla de ruedas, la playa es accesible y dispone de sillas para bañarse, aparte de un gran número de plazas de aparcamiento destinadas a nosotros.
Un saludo a todos.

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